El domingo después de años de luchar contra el trauma de haber sufrido abusos sexuales en su niñez, Noa Pothoven dejó de vivir. Pero no fue por recibir la eutanasia como había dado a entender en la publicación de Instagram en la que se despidió del mundo.
Después de que se confirmara su fallecimiento se conoció que la joven de 17 años que llevaba años luchando con el estrés postraumático, se suicidó en su casa en Arnhem, Holanda.
La aclaración sobre el deceso vino por parte de presidenta de la asociación Dret a Morir Dignament, Isabel Alonso, quien reveló al diario La Vanguardia que Noa, no se suicidó ni tampoco recibió un suicidio asistido, sino que decidió dejar de comer hasta la muerte, mientras la asistían con cuidados paliativos para que no sufriera dolor.
“Desde la sección de Madrid han hablado con la presidenta de la asociación holandesa y ella ha confirmado que la joven dejó de comer y beber. En Holanda, la ley determina que no se puede obligar a nadie a alimentarse, que la persona tiene libertad para decidir y que no se puede aplicar de forma artificial”, dijo Alonso al medio español.
Evitar la sensación de morir
Para ayudar en el proceso a Noa, un grupo de ayudantes le habrían administrado productos paliativos para “evitar la sensación de morir de hambre y paliar su angustia”.
De esta manera se reduce el dolor y la persona pierde la conciencia paulatinamente evitando así los síntomas refractarios como la sensación de ahogamiento o el delirio.
Sobre el tema de la eutanasia, la española de la fundación Dret a Morir Dignament aclaró que acá no hubo eutanasia porque «para que así fuera, un médico tendría que haberle dado un producto para provocarle la muerte”.
“Tampoco fue un suicidio asistido ya que, en este caso, un profesional da una receta y es el paciente quien se lo toma”, explicó.
