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Miel Blanca se fue de tour gastronómico a Japón y Corea: “Quería sanarme de muchas cosas que viví el año pasado”

La ganadora de la primera versión de “El discípulo del chef” lleva poco menos de un mes en el continente asiático buscando sabores y preparaciones para sus futuros proyectos culinarios.

La ganadora de la primera edición de "El discípulo del chef" viajó al continente asiático para realizar un tour gastronómico por Japón y Corea del Sur.
Miel Blanca. Fuente: Instagram @mielblanca.

Miel Blanca cumplió uno de sus mayores sueños al viajar, ya casi por un mes, a las naciones asiáticas de Japón y Corea del Sur con el objetivo de impregnarse de la cultura culinaria de ambos países, en un tour gastronómico que espera le permita llegar con las mejores recetas para seguir adelante en su emprendimiento de cocina.

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La primera ganadora de “El discípulo del chef” y una de las participantes de la última versión del mismo programa en Chilevisión, donde quedó fuera de competencia por tener covid-19, aclaró en conversación con lun.com que “este viaje era algo como (el libro) ‘Comer, rezar y amar’”.

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“Siempre fue mi sueño. Para mí este viaje era algo así como ‘Comer, rezar y amar’. Quería sanarme de muchas cosas importantes que viví el año pasado. Y era el momento de recuperarme a mí misma, creer en mi poder, en lo que soy y en que soy capaz de hacerme completamente feliz”, señaló la cocinera, quien no ha parado estas últimas semanas de disfrutar de “los sabores con los que me encanta cocinar y utilizar en mi cocina”.


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“La verdad es que la comida en Japón y Corea es realmente un paraíso. Es indescriptible la diversidad culinaria que existe, la calidad de sus materias primas”, indica Miel, quien destaca la cultura culinaria callejera que ha conocido en ambos países.

“El concepto de comida de calle es impresionante: la mezcla de sabores, sus técnicas, son absolutamente deliciosas”, agregó la joven, que apenas pisó territorio asiático quiso conocer de primera mano el verdadero sabor de una preparación de la cual es fanática.

“Siempre fue un gran sueño para mí probar el ramen. Recuerdo perfecto haber llegado el primer día tras 22 horas de vuelo, haber dejado mis cosas en el hotel y salir corriendo a comerme mi primer ramen. Lo compré a través de una máquina (...) no entendí nada, pero lo logré igual. Era un katsuramen. Una perfecta y jugosa chuleta frita de cerdo, con los mejores fideos caseros en un caldo suave, que bañaba toda tu boca y calentaba cada parte de tu cuerpo, y corazón también. Luego probé muchos otros ramen porque en general hay una variedad tremenda y un infinito de posibilidades”, finalizó.

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