Simplemente amo el amor. Me encantan las declaraciones en las paredes y la poesía me parece lo más hermoso del mundo.
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No se sabe a ciencia exacta de dónde viene la tradición de celebrar el amor el 14 de febrero. Una de las hipótesis es que cuando el emperador romano de los años 200, Marco Aurelio Claudio prohibió los matrimonios a los soldados, un obispo llamado Valentín continuó haciéndolos sólo porque la fuerza del amor es grande. Al ser descubierto, el emperador ordenó decapitarlo el 14 de febrero, y en su última carta a su amor se despidió como “Tu Valentín”.
Otra de las hipótesis viene con el paganismo en una celebración de la época pre-romana, donde se veneraba al dios Lupercus, que simbolizaba la potencia sexual.
Y aunque no hay consenso, nos tomamos en serio San Valentín y en nuestras recomendaciones de los miércoles, la librera y mediadora de lectura, Catalina Estrella, en un trabajo colaborativo nos trae algo urgente que decirte.
Todo amor es urgente, porque nos vamos a morir. Si tuviésemos la vida eterna por delante, no tendríamos necesidad del amor
— Raúl Zurita
Juntémonos a crear
De niña nunca fui creyente, los beneficios de tener una madre muy joven incluyeron el nulo apego a las cosas del espíritu. Siempre fui más bien escéptica a todo, no solo con respecto a Dios, los absolutismos me eran ajenos y todo aquello que se escapaba a las explicaciones de la ciencia, se acercaba peligrosamente a la incertidumbre.
Si no era concreto me parecía imposible de abarcar y todo lo que no podía controlar de alguna me hacía sentir vulnerable. Así que desde temprana edad aprendí a mantenerme ajena y de alguna manera logré restarme de los espacios amorosos como una especie de mecanismo de defensa.
De adulta sigo sin creer en Dios, pero he aprendido a ver el amor en dimensiones mucho más amplias y diversas que en los boleros de Luis Miguel y las canciones de Bon Jovi con las que crecí.
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He visto el amor en cada ataque de risa con amigues, he sentido el amor abrazarme desde adentro en cada marcha donde me he sentido parte de algo mayor. Mi cuerpo ha vibrado de principio a fin con cada caricia honesta que he recibido de amores pasados. En los actos de rebeldía, en todos esos momentos de absoluta valentía donde desafiamos lo establecido, me sentí amada, me sentí amando.
Hoy en día busco en el arte, formas de problematizar y colectivizar el sentimiento amoroso.
Soy una convencida de que existen tantas formas de amar, como seres humanos en la Tierra. Que el amor no es el problema, sino la expectativa, la presión y las barreras que le ponemos a todo lo que sentimos. La nula educación emocional que recibimos y las carencias que creemos poder suplir con un otre que viene a completarnos.
El 14 de febrero, ha sido históricamente una fecha ignorada por mi. Me bastaron dos años de celebración durante mi adolescencia para hartarme de la performance, del consumismo generado por la publicidad y la necesidad de validarnos a través del amor romántico.
La forma en la que estamos viviendo, sin tener certeza de lo qué pasará en seis meses, sin poder planear viajes ni grandes eventos nos permite mirar hacia adentro. Entre tanta incertidumbre y distancias, con todo este tiempo sin tocar a todes les que amamos, abrazar la ternura me parece revolucionario.
Siempre en la línea del trabajo colaborativo, hice un llamado en mis redes sociales para que mis contactos compartieran declaraciones de amor bajo la premisa: Tengo algo urgente que decirte.
El resultado es una hermosa antología amorosa digital de libre circulación, acompañada de las ilustraciones de Dania Dumi.
Hoy elegimos tres de nuestros textos favoritos y los compartimos con ustedes como un homenaje a todas las infinitas dimensiones del amor y los afectos:
Claro que googlié cómo escribir una declaración de amor, como quien busca los mejores tips para hacerse el curriculum, para editar y unir un archivo en formato de documento portátil - con la ingenuidad de encontrar una mejor opción que ilovepdf-, o para sacar una mancha de básicamente cualquier tipo de sustancia densa de la ropa. Google como siempre me entregó varias respuestas. Me quedé con la primera, porque me enseñaron que para encontrar buenas respuestas no hay que pasar de la primera página. los pasos dictaban:
- Deja en claro que se trata de una carta de amor
- Recuerda un momento romántico
- Transita del pasado al presente
- Menciona las cosas que te gustan de tu pareja
- Reafirma tu amor
- Termina la carta con una línea que resuma tu amor
- Envíala
Así que aquí voy.
Bastián, esta es una carta de amor:
¿Podrías contar cuántas cartas de amor me escribiste en la adolescencia? yo no, son tantas, pero te aseguro que las recuerdo todas, con especial cariño esas que decidiste escribir cuando cumplí 17 años: 17 cartas, escondidas en 17 lugares distintos de nuestro pueblo.
La primera estaba esperándome en mi casillero, la segunda debajo del puesto de clases, otra en el restaurant donde comíamos arrollados primavera y yo me llenaba con salsa tamarindo. Una en el viejo edificio del preuniversitario que nos robó más de 200 puestas de sol y nos regaló 720 puntos en matemáticas. En la botillería de la esquina, donde comprábamos chicle, mentitas, cigarros y nos enterábamos de la muerte de algún artista. En la casa de tus papás, dentro del closet donde escondimos más de lo que nos atreveríamos a confesar. Cada carta era única y rescataba alguna cotidianidad que en ese momento parecía ser un hito importantísimo de nuestra incipiente relación, y por supuesto en cada una de ellas me llamabas de alguna de las tantas formas que inventamos para llamarnos. Ahora que cumpliré 30 años, quiero que sepas que no quiero ni espero 30 cartas amor.
Ahora que cumpliré 30 quisiera contarte que me acostumbré tanto al amor y a la ternura, que mi corazón se detiene un par de segundos si por un descuido, por un día ajetreado, llegas y no preguntas - ¿cómo va tu día? -. Mi corazón se salta un latido sí por tener mucho trabajo no me traes el vaso de agua que sabes que ya necesito, tocando suavemente mi espalda como si susurraras aquí estoy. Me pregunto qué habrá pasado sí es que por casualidad alguna noche no me haces cariño en el pelo antes de dormir. Me acostumbré y me enamoré de la rutina, de lo ordinario, de lo poco emocionante pero profundamente placentero y seguro. Me reconforta ver mi dm con los memes del día, con una curatoría perfecta que contiene la proporción precisa de los que te dan risa a ti, los que sabes que me dan risa a mí, los que se convertirán en el chistesito del mes, y los que no sabemos si son graciosos -seguro son profundamente ofensivos- pero que podemos compartir en nuestro espacio seguro. Me acostumbré a verte cuando abro los ojitos en la mañana y perderte en la nebulosa que se forma cuando los cierro al dormir. Asimismo me acostumbré a tus silencios, a tus frustraciones, a tus ansiedades y a como presionas con los dedos tu sien mientras cierras los ojos con fuerza tratando de enfocar toda tu atención hacia un único pensamiento. Me gusta la forma en que agradeces, en la que coexistes en mi tiempo y espacio, y como relatas historias, que yo te conté y tu jamás viviste, pero que crees haber vivido también.
¿Será normal querer tanto a alguien tan ajeno a una misma? ¿Coincidir geográfica y temporalmente, en un punto de este universo, con una persona a la que el día de mañana sabes que podrás recordar de memoria? años viví con la sensación de haberte conocido demasiado antes en la vida. Me convencí de que el amor, ese que pesa y dura, debía llegar en un momento muy preciso. ni muy antes ni muy después. Bueno, yo te conocí en la niñez, te desconocí algunos años después y te reconozco hoy en todas mis ideas. Eres mi mejor amigo y mi crítico más duro, pero también el fan más comprometido. Eres mi persona (permiso Meredith, te pido prestada esta frase). Puede que mañana o pasado seas también la persona de otres, que amemos a otres… que anhelemos vidas tan distintas que no podamos acompañarnos en el día a día, pero por todo lo ya vivido, eres parte de mí y mientras siga reconociéndote, querré ser y estar junto a ti.
Sara dijo que amar es ver a alguien morir. Si Sara acertó en su definición, Bastián, quiero que tú me veas morir.
Que vergüenza, espero te guste y sientas lo mismo.
Anónimx
Reconstruirnos
Para que yo pudiera amarte
las crisálidas se hicieron mariposas
y los generales tomaron el poder
— Cristina Peri Rossi
Para que yo pudiera amarte tuve que recorrer seis mil novecientos sesenta y dos kilómetros
comprender tus nuevas palabras, tu rapidez lingüística, tu ciudad amurallada
tus grandes avenidas,
el metro,
las clases sociales que van escalando las montañas,
la aparente calma que llega y con furia exige derechos
y los nuevos abrazos.
Para que yo pudiera amarte tuve que hacer muchas cosas inesperadas
tuve que acostumbrarme a la ausencia del mar,
dejar palabras esdrújulas y graves, como Anzoátegui y Lechería
desprenderme de mi calor húmedo, del agua que corre y lava todo a su paso,
del verdor de la tierra fértil,
del sol que broncea y quema menos,
del «buenos días» en el ascensor
y de las flores estampadas todos los meses del año.
Para que yo pudiera amarte tuve que sorprenderme con la nieve.
Obligarme a querer el frío
Autocomplacerme con los abrigos nuevos y las cuatro capas de ropa
el gusto adquirido por el té
el vino, el pisco sour y la piscola
y el agrado de dormir arropado hasta que llega el verano y todo se convierte en un infierno.
Para que yo pudiera amarte tuve que enseñarte cosas nuevas.
Cortejarte con mi cultura
Presentarte los tequeños, las arepas, las cachapas y hasta el pan de jamón.
Enseñarte mi eterno «cumpleaños feliz» y cantarlo hasta que se nos seque la garganta.
Introducirte a una serie de nombres nuevos y colores de piel distintos.
Tú también tuviste que hacer muchas cosas para amarme,
o al menos acogerme.
Tuviste que abrirte espacio
Ceder ante la crisis
Darnos refugio
Protegerme de los que en tu entorno me querían excluir.
Para que yo pudiera amarte nos reeducamos
Tuve que entender que tú eras hielo y yo era fuego
Y por eso cuando chocamos, hubo un terremoto.
Nos remeció,
dejó fisuras
pero espero sean una oportunidad para iluminar estas heridas
compartidas
y logremos (re)construirnos juntos.
Por: Manuel Hernández González
Espectros del corazón
Fantasmas de amores pasados. Otro año más que nos vemos. Dudo que Dickens quiera que otro mortal le siga remixeando las ideas, pero tampoco creo que le moleste. Al igual que con ustedes, ese silencio que trae la muerte, ese sí y no de la ouija, te da el poder de inventar lo que quieras. Y esta es mi fantasía, así que ahí vamos:
A ti que devolví a su casa con una docena de rosas rojas aplastadas contra tu pecho, el veneno de mis palabras volviéndose marchitas a cada paso que diste: ¿perdón? Mis disculpas van más por el lado de la falta de comunicación, porque nos hubiéramos ahorrado ese dramón si tan solo te hubiera dicho que no me interesaba tener sobre mi cabeza un cartel que dijera “este ser humano es amado”. No, eso no era lo que quería. Admiración, devoción, temor, como al dios salvaje que siempre aspiré a ser. ¿Pero amor? Eso es para la vejez. La juventud requiere de un par de sacrificios sangrientos para seguir siendo tersa y brutal. Tu espectro siempre tiene el corazón latiente en la mano, que vuelves a encajar cada vez que miro en tu dirección, porque no merezco verte así. Tienes razón, se lo recuerdo bajando la mirada.
Al que no escuché cuando me dijo “para por favor, piensa y dime lo que quieres”: gracias por entender que necesitaba terapia. Adjunto al anterior, no es tanto un perdón. Aquí hay genuino agradecimiento, nadie me había dicho que parara antes. Que lástima que vine a hacerlo casi una década después, pero lo que importa es la intención. Es por eso que le veo rondándome la cabeza, sentado cerca de mi hombro izquierdo, sonriendo como le recuerdo. Hablándome de la naturaleza, de abrir mi alma, de lo comunitario. Yo me río, la posición de este fantasma no es azarosa, la izquierda, ahí mismo dónde están mis valores y mi corazón. Y sonríe de vuelta, señalándome que el que late está al centro, un poquito a la izquierda. Solo un poco.
Deshonorable mención: al que a pesar del tiempo invertido merece ser parte del conteo, pero que en la realidad es un pedazo de caca. Todo lo que vale, al final, es decir la frase incorrecta para deshacer el vínculo. Lo contamos porque: fue el primer mail de amor que mandé. Re: que lindo esto, besitos. También creo que fue el que tiró la primera piedra a mi corazón y escondió la mano. Se arrepintió y le dio besitos curadores para sanarlo. Pero yo era Sísifo, en otro desplante mío de robar personajes, y su amor mi piedra que tuve levantar todos los días hasta que el mismo la partió en pedazos. A esta liberación de mi tortura la celebramos.
De ti quizá no debería hablar. Que odioso darle importancia a las cosas que no fueron. Te veo sentado, un fantasma sentado que ridículo, y yo espero al momento en que se me aparezca tu cara espectral frente a mi. Y las veces que ha pasado, es como si estuviera viendo una película de terror y el jumpscare que nadie quiere que suceda, bueno, pasa. Se me hiela la sangre en el momento y te recuerdo rechazándome en un lugar abierto, con mucha gente pasando, y yo que jamás le temí al ridículo me lo tragué. Después te olvidé, la oscuridad te absorbió. Pero apareciste de nuevo. Y te fuiste. Y de nuevo. Por más que quiero que te mantengas fuera de mi campo visual, apareces de nuevo. Pero me doy cuenta que en esas en que vuelves a existir en este plano, aparece una cadena blanca que empieza en mi pie y termina amarrada a ti. Apenas te vas deja de existir. Los efectos especiales son de primera calidad contigo.
Te nombro, pero realmente no quiero. Fuiste el portal que abrió este espacio y que llamó a todos los otros fantasmas. Eres el rey de los espectros y aún no hay nadie que te suceda. No hablas, no te mueves, solo miras. Me observas con los ojos blancos, sin pupila ni color, pero realmente es porque creo quién es un fantasma soy yo para ti. Las acciones me lo corroboran. O las actualizaciones de iCloud dónde encuentro pantallazos de las cosas que dije alguna vez. Lo que escriba sobre ti siempre se va a quedar corto, ya sea por el amor o el dolor, y es por eso que prefiero no llamar tu atención. Nunca. Ya aprendí a vivir en esta sala contigo, flotando, el hielo que irradia de ti parte de mi. Quizá esa sea la razón por la que uso chalecos todo el año y mi vida realmente es Un Cuento de Navidad.
En esta pieza hay muchos más fantasmas, algunos de pelo largo, otros muy altos, pero siempre vendrá otro 14 de febrero para invocarlos a todos. Por ahora prefiero salir de aquí, cerrar el pestillo de puerta por dentro y tragarme la llave.
Por: Paloma Valencia
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