De acuerdo a los expertos, en 2010 empezó la megasequía que afecta al país entre las regiones de Coquimbo y La Araucanía, la más larga de nuestra historia y que se da en el área más poblada.
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Y aunque para 2023 se aguarda que en esa zona llueva más que en años anteriores -porque el fenómeno de “La Niña” dará paso a “El Niño”, lo que debería traer más frío y más precipitaciones-, no hay que hacerse muchas esperanzas respecto de grandes mejorías en términos de la sequedad.
El agroclimatólogo y académico de la Universidad de Talca, Patricio González Colville, aseguró que lo que vendrá no será suficiente para resolver la megasequía.
“Lo que ocurrirá este año, desde el punto de vista climático, es bastante complejo, porque estamos en una transición desde “La Niña”, que ha durado casi tres años y medio, a “El Niño”, fenómeno que podría darse con características de débil a moderado. Y aunque debemos suponer que habrá un aumento de las lluvias, se descarta que ello ponga fin a la sequía que hay en el país desde hace más de diez años”.
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El especialista añadió que “desde que empezó el cambio climático, pareciera que “El Niño” ha perdido intensidad, por lo que no hay que pronosticar lluvias de consideración que puedan romper este ciclo de escasez hídrica. Es posible que en algunos meses de esta temporada veamos más precipitaciones, pero en la suma anual este tendría que ser otro año de sequía”.
FUTURO SECO
Y el climatólogo y profesor de la Usach, Raúl Cordero, explicó que “este es un año marcado por la presencia de “El Niño”, que en general se asocia a precipitaciones intensas. Al menos eso era en el pasado. En 2023 deberíamos tenerlas en mayor cantidad que lo usual en los últimos tiempos, pero el futuro sigue siendo seco para nosotros debido al cambio climático. Hay que asumir que por ese factor tenemos y tendremos menos lluvias en la zona centrosur de Chile”.
Según Raúl Cordero, “hay que acostumbrarse, por ejemplo, a lo que vivimos en marzo, un mes que fue muy caluroso. Y es probable que en plazos mediano y largo haya que desalinizar agua del mar para asegurar en las grandes ciudades centrales el abastecimiento, pues es muy difícil controlar de forma agresiva el consumo. En el corto plazo todavía es posible recurrir a acuíferos subterráneos y a algunos glaciares para tener agua potable”.
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LO QUE VIENE
El profesor Patricio González Colville dijo que “hay una probabilidad sobre el 60% de que los efectos de “El Niño” se sientan desde julio hasta finales de año. En esta etapa vamos a estar en un fenómeno de transición, lo que se llama “Niño Neutro”, con probablemente baja pluviometría y menores temperaturas en el otoño. Habrá un invierno más duro, con heladas que van a empezar en mayo y seguirán en junio y julio”.
Y su colega Raúl Cordero puntualizó que “en la zona central chilena la lluvia siempre se da en el invierno, aunque pueden haber algunos eventos aislados de precipitaciones aislado antes. Pero la estadística es clara e indica que más de la mitad de las lluvias en esa área ocurren en junio, julio y agosto, lo que no debería ser distinto en 2023″.