No estoy ni ahí con alguien que ningunea a un miembro del equipo al que va a asesorar y lo llama a dejar de lado el profesionalismo, por más que sea una broma, porque entre broma y broma…
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No estoy ni ahí con alguien que cree que el WhatsApp y la prensa son lo mismo, como si los audios que se filtraron y luego se viralizaron hubiesen sido parte de una investigación periodística.
No estoy ni ahí con alguien que insulta a los trabajadores de los medios, a los mismos que recurrió para pedirles disculpas a sus ex mujeres y a los que necesitará para promocionar su partido contra Agassi.
No estoy ni ahí con alguien que trata a todo el periodismo de mentiroso, generalizando, cuando él mismo reconoció no haber dicho la verdad, por ejemplo, respecto al accidente de Kenita Larraín, o sea, generalizando, él es un mentiroso.
No estoy ni ahí con alguien que dice que a los periodistas les encanta hacerse las víctimas y se pone a llorar al frente de todo Chile y del mundo por haberse mandado un condoro de infidelidad.
No estoy ni ahí con alguien que trata de asquerosa a una persona y anda meando a otras en el baño de un bar, y, por si fuera poco, más tarde se pelea con la policía, como si estuviera por encima de la ley.
No estoy ni ahí con alguien que deslegitima a un candidato presidencial por ser periodista, pero anda fotografiándose con una futura ministra que también lo es y que tendrá que visar su aniversario del número uno frente a La Moneda.
No estoy ni ahí con alguien que sin provocación alguna acaparó los flashes en la semana que termina, los mismos que debiese haberse llevado el Nico Jarry por echarse el equipo al hombro en la Copa Davis.
No estoy ni ahí con alguien que busca ganarse el respeto que consiguió dentro de una cancha, denostando e intimidando al resto fuera de ella.
No estoy ni ahí con Marcelo Ríos sin una raqueta de tenis en la mano.